miércoles, 16 de octubre de 2013

Final del juego. Principio del juego.

Clase final - “Arte y cultura en circulación: crear y compartir en tiempos digitales”
 Somos parte de un Todo y no somos NADIE sin ese Todo. 
Una película no es película hasta que alguien se sienta 
delante y la ve. La esencia del cine se define por dos 
conceptos: una pantalla, y una gente que la disfruta. 
Sin público esto no tiene sentido. 

Llegamos al final de esta cursada virtual en este grandioso curso brindado por Artica y llega el momento de las conclusiones. 

A lo largo de este tiempo hemos venido trabajando en torno a la idea de autor, a los derechos sobre la propiedad intelectual y a la circulación de los objetos culturales, por fuera de los circuitos estipulados y regulados. Creo que no es un detalle menor el observar que el espacio de circulación de estos objetos hace tiempo de restringirse a los espacios delimitados por las regulaciones, y cada vez en mayor medida van desbordado sus bordes y aristas, encontrando resquicios por donde colarse y alcanzar a nuevas audiencias. Es esto un efecto de los recursos al alcance de los usuarios (antes espectadores) o es una causa de las nuevas formas de acceso y consumo que se generan? Sería pretencioso tratar de dar una respuesta concluyente, porque estaría cerca del ya conocido dilema "que estuvo antes, el huevo o la gallina?". Más allá de eso, es interesante observar y reflexionar de qué lado de la situacion nos ubicamos. Hay toda una dicotomía entre reforzar los controles y tratar de retener el agua que se derrama con las manos, versus una política de flexibilización del acceso de la mano de las licencias libres, convocando a difundir la cultura con respeto y principios de igualdad de acceso, siendo concientes de una realidad que es incontenible (por suerte) y buscando nuevas opciones de retribución para los autores, no ya de mano de las licencias sino apostando a otros canales.  

Por otro lado, resulta interesante pensar, como la frase que encabeza este post lo indica, en que el valor para una obra de arte esta dado en buena parte por quienes completan en ella su significado: los espectadores, oyentes, lectores: todos aquellos que acceden a la cultura para hacerla suya, completarla, interpretarla y hacerla circular, ya sea como recomendacion, reconstruccion, replica, respuesta o remix. No estoy por esto quitandole mérito a los autores, sino que considero que la cultura implica un derecho al acceso por parte de la sociedad, que es de alguna manera quien engendra al artista. No somos nada sin nuestro contexto, como tampoco podemos serlo aislados de las conversaciones con discursos anteriores, sobre los que volvemos, contestamos, replicamos o contradecimos en nuestras obras. Somos parte de un todo, y ese todo es parte de nosotros. 



Estamos en una época de ebullición, de revolución en la cultura. Muchas cosas estan cambiando con una vertiginosidad pocas veces asimilada por las lógicas burocráticas, que a causa de esto van quedando a destiempo sin cesar. Las regulaciones van quedando atemporales y la realidad muchas veces las desborda. Es por esto que cada día es necesario un re-agendamiento de estas cuestiones, no son temas acabados y conclusivos sino que deben ser evaluados y discutidos cada día a la luz de los nuevos cambios que surgen. Necesitamos una nueva conciencia acerca de la cultura y del uso que hacemos de ella, necesitamos nuevas políticas acerca de los controles y restricciones que no limiten el acceso ni castiguen al consumidor último, necesitamos una nueva economía que brinde espacio para la generación del valor para el autor por otros canales. Queda mucho por hacer, por pensar y debatir. En buena hora por eso, solo significa que estamos avanzando y que somos poco a poco concientes de esos cambios. Estamos encaminados, pero aún queda mucho por caminar.




A los realizadores del curso, que con el ejemplo han predicado cada una de sus palabras, gracias por su sabiduría y generosidad. Han mantenido mi atención y mi intención constantes a lo largo de todo el desarrollo del curso, superando para mi el desafio de cursar online y no desertar en el intento. Mis mayores felicitaciones, mi enorme admiración y mi permanente agradecimiento.

miércoles, 2 de octubre de 2013

De piratas y metanfetaminas.



Clase 4 - “Arte y cultura en circulación: crear y compartir en tiempos digitales”


En esta oportunidad, el debate es en torno a la piratería y los diferentes argumentos en torno a los efectos negativos que se le atribuyen. (Pueden leerlos en extenso en el post de la clase).

Muchos de ellos tienen que ver con diferentes perjuicios de los que son víctimas las producciones (o productoras): perdida de ventas, de puestos laborales, de reconocimiento al trabajo, de incentivo a la creatividad. Sin embargo, mi intención es argumentar el por qué de la falsedad de estos argumentos. Avanzaré en este sentido con un ejemplo que ha trascendido en los últimos días.

Hace pocos días llegó al final una de las últimas series de culto, que ha sabido cobrar relevancia en crecimiento a lo largo de sus temporadas, llegando a una audiencia en su último capítulo notoriamente relevante. Se trata de Breaking Bad.
Más allá del argumento de la serie (sobre la que no puedo profundizar en demasía dado que aún no la vi –spoilers abstenerse-), lo relevante en este caso y lo pertinente sobre lo que quiero hacer hincapié es sobre las cifras de audiencia record alcanzada en su última emisión: el episodio final atrajo a más de 10,3 millones de espectadores. Esto sería un dato interesante, pero aún no sería pertinente a nuestro análisis frente a los efectos de la piratería. El punto llega de la mano de la cantidad de descargas ilegales que se efectuaron en las 12 horas que transcurrieron exactamente después de que apareciera la primera copia online: más de medio millón. 




Otro dato interesante es el hecho de que fue visto por 3,7 millones de espectadores más que en su penúltimo episodio, la semana anterior, en la que había alcanzando 6,6 millones. Una cifra de crecimiento nada despreciable.

En vistas de todo esto, puedo intentar esbozar algunas cuestiones que dan por tierra con los argumentos anti-pirateria. En primer lugar, la cantidad de descargas que se dieron en las primeras 12hs, y que seguramente se multiplicaron con el transcurso de los días (y lo seguirán haciendo) habla de una extensión de la audiencia que probablemente no hubiera dado con ese producto por otros medios, ya sea por disponibilidad, por horarios, por idioma, etc. Pensar que con la piratería estos consumos podrían haber revertido en ganancias para la productora, no creo que sea del todo cierto, ya que es muy posible que muchos ni siquiera tuvieran la posibilidad de acceder a ello. Por otro lado, el crecimiento exponencial de la audiencia puede deberse en gran parte a la difusión mediante las redes, los comentarios, las opiniones de los usuarios, y la posibilidad de sumarse a la historia varias temporadas después, y llegar a tiempo para el final. Sin duda, una forma de consumo voraz, habilitado por las descargas ilegales.

En otro aspecto, en cuanto a la perdida de incentivo a la creatividad, creo que ningún creativo se sentiría defraudado al conocer estas cifras, más allá del dispositivo y la modalidad en la que se hayan consumido. Además, el incentivo también se logra por otros lados, más allá de la audiencia televisiva, como es el caso de los reconocimientos y premios, como el Emmy al mejor actor obtenido en 3 oportunidades por el protagonista de la serie.

En la totalidad de los casos de consumos ilegales de productos audiovisuales el reconocimiento y mérito a los realizadores y actores se mantiene intacto, e incluso se potencia al tener la posibilidad de realizar un visionado profundo, concentrado y atento, al adecuarse a los tiempos del usuario que se toma su tiempo para el ritual de ver aquello que elige consumir.

Por último, es evidente que la piratería de contenidos se ha convertido en una práctica recurrente en los últimos años, y no por eso la producción de series ha mermado, sino que por el contrario se ha incrementado, afrontando el desafío de alcanzar a esas audiencias y convocarlas a participar desde otras perspectivas, sino solo viendo el programa a la hora señalada, generando productos accesorios, oficiales, que inviten al usuario a sumarse dentro de sus términos y lógicas a las propuestas oficiales y reguladas: no se trata de negar lo que existe sino de adaptarse al nuevo contexto y jugar a proponer nuevas apuestas en su interior. Potenciar la creatividad para incluir desde otro lugar al que opta por propuestas divergentes. Hace rato que el contexto de las prácticas cambió, y la piratería se encuentra dentro este nuevo ecosistema. La creatividad lejos de atenuarse se hace necesaria en cantidades superiores para encontrar nuevas vías y estrategias.

En la vereda opuesta, hay argumentos que afirman que  si un consumidor puede acceder gratuitamente a los productos culturales, dejará de gastar dinero en dichos productos. Y quizás este argumento no este del todo errado, tal vez parcialmente. No estoy segura de que se trate solamente de “dejar de gastar dinero”, porque hay numerosas prácticas que se sostienen por culto, por ritual, por disfrute de la práctica en si, o porque la calidad de la versión paga lo amerita: hablo de la concurrencia al cine, de la compra de cd´s originales, de la compra de libros en papel, hechos que se sostienen pese a los costos de estos y de la posibilidad de accederlos por otra vía. Sin embargo, a la primera mitad de la afirmación, le cambiaría el remate y estaría de acuerdo: “si un consumidor puede acceder gratuitamente a los productos culturales, accederá a estos gratuitamente”. Me refiero con esto a que la descarga ya se ha incorporado como práctica cultural establecida, más allá de la necesidad y la elección, por la simple costumbre de hacerlo.

En el caso de referencia, el capítulo se ofreció en diversos lugares de manera legal mediante Netflix. Sin embargo, muchos usuarios se han decantado por las opciones ilegales antes que por las legales. “Según una muestra de más de 10.000 personas a través de un cliente de BitTorrent, Australia se ha colocado a la cabeza con un 18 por ciento del total. Esto significa que un gran grupo de australianos prefieren los torrent del episodio en lugar de ver el episodio a través de plataformas legales.  En EE.UU. y Reino Unido la disponibilidad legal de Netflix  tampoco pudo evitar que la gente 'piratease' el último capítulo de Breaking Bad. Con un 14,5 y un 9,3 por ciento, respectivamente, estos países se colocan en segundo y tercer lugar. India y Canadá completan los cinco primeros con 5,7 y 5,1 por ciento del total.” (ver fuente). Más allá de los costos que puede conllevar la tv de pago, la disponibilidad, y el acceso, la piratería en muchos casos es una elección cultural que obedece a razones muy diversas a cuestiones de costos y disponibilidad de acceso.

Elegir ser pirata, es también una decisión. Luchar en contra, no es una posibilidad.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Liberando al ratón

Clase 3 - “Arte y cultura en circulación: crear y compartir en tiempos digitales”

En esta oportunidad, llegamos al interesantísimo punto de discusión acerca de las licencias, derechos de autos, copyright, copyleft, creative commons, y un amplio abanico de posturas que sostienen a una y otra mirada. 

El tema de los derechos de autor, surge como premisa de brindar sustentabilidad a los autores, y aliciente a la proliferación de la cultura: si motivo al autor mediante la proteccion de su propiedad intelectual, este se siente alentado a producir más y más obras, que favorecen a la sociedad en general, mediante el incremento de su cultura. 

Sin embargo, muchas de estas posturas han ido perdiendo actualidad y vigencia al incrementarse la circulacion de estos productos culturales en la web. Es más dificil controlar la circulación de una obra apenas esta se lanza al mar de la cultura colectiva. Muchos siguen pretendiendo atarlas al ancla del "todos los derechos reservados", con o sin suerte a la hora de controlar su circulacion y reformulación.

Sin embargo una nueva corriente surge como contrapunto a esta mirada: se trata del amplio abanico de las licencias abiertas o libres, conocidas bajo el nombre de Copyleft o Creative Commons. Estas apuntan fundamentalmente a una postura ideologica frente a la libre circulación de los productos creados, considerando al autor, pero también apostando a la construccion de un reservorio colectivo de la cultura, en donde esta se enriquece del aporte, el diálogo, la reformulación y la conjugación de miradas sobre un mismo objeto que pudo motivar al primero que le dio forma, pero que no agota en ese entonces todo su universo de significación. 

Aqui es donde las licencias CopyLeft y Creative Common entran en escena. Se trata de un

"
sistema de licencias que permiten a los autores elegir que derechos ceden y bajo cuales condiciones -sobre unas opciones dadas-, generando una licencia de valor legal para su trabajo, que como mínimo siempre permite la copia legal, y obliga a los receptores, en todos los casos, a reconocer al autor, en cualquiera de sus variantes" (definicion tomada del curso "arte y cultura en circulación")


 Estas licencias se caracterizan por un lado, por dejar los productos abiertos a la circulacion, permitiendo la copia legal, poniendo solo como condición la atribución de los mismos a su autor original. Además suman dos posibilidades sobre las cuales el nuevo debate pasa a ubicarse en muchas ocasiones: la posibilidad de generar obras derivadas (es decir, variaciones al original) y la posibilidad de generar usos comerciales (permitir a los demas lucrar o no con las obras derivadas de la misma). De las posturas tomadas en cuanto a estas alternativas, surgen las diferentes licencias que pueden emplearse para "liberar" a las obras.

En esta discusión, me quedo con dos posturas, a mi criterio muy acertadas, (que pueden ver en extenso aca) y que refieren por un lado a la postura acerca de las obras derivadas, planteando que toda obra se completa con la cooperación del receptor a la hora de interpretarla. Esta construccion colectiva desde su inicio, es un dialogo coparticipado entre autor y espectador, que lejos de ser pasivo, desde el momento en que toma una posición frente a la obra, esta completando su sentido.El permitir las derivaciones es hacer visibles esas interpretaciones, es "materializar las resonancias". 

Por otro lado, en cuanto a los usos comerciales, siempre queda el recelo y la codicia de que si alguien puede hacer dinero con mi obra, que sea yo o que no sea nadie. Debo reconocer que en algun punto el poder poner la mente en abierto, y considerarlo desde otra perspectiva no es lo mas simple para quien quiere vivir de sus producciones. Frente a esto, creo que la postura que mas me resulta factible, acorde y equilibrada, es la de mantener la obra derivada con el mismo tipo de licencia, por lo que en caso de que el uso comercial sea factible, lo será también para todos aquellos que quieran seguir reformulando la obra. La cultura se libera, de la mano de la posibilidad de generar algo con ella.  

Por todo esto, y de manera simbólica, libero mi obra a continuación. Por una cultura más libre, más abierta, más rica y más productiva para todos. La cultura se construye en el diálogo, no monopolicemos la palabra.
 


 Licencia Creative Commons





miércoles, 11 de septiembre de 2013

Remix SinCita




Clase 2 - “Arte y cultura en circulación: crear y compartir en tiempos digitales”


En esto de los derechos de autor, surge la figura del remix como práctica que lo pone en jaque. El tomar una obra, redefinirla, resignificarla, y constituirla en algo nuevo a partir de esta nueva confluencia. Ya sea a partir de tomar fragmentos y alterar el orden, como tomar un objeto y re-situarlo en otro contexto, así como generar algo nuevo tomando el anterior como fundamento (lo que se podría conocer como obra derivada).

Es interesante pensar en cuando una obra pasa a ser una novedad, o se limita a ser un simple copy paste. En mi opinión, lo fundante es el sentido. Sin un nuevo sentido, la nueva obra, es una simple versión alterada de lo anterior. Sin un nuevo significado, no podemos pensar en un nuevo producto. Y es precisamente este nuevo sentido el que constituye a la nueva obra como tal, dejando un poco más desentrañada la discusión acerca de los límites de la autoría. Si logro decir algo nuevo con el texto (entendiendo por texto tanto palabras, imágenes, sonidos, video, y toda la amplitud de dispositivos significantes) cuán lejos puedo estar del hecho de pensar sobre cuestiones que otros ya pensaron antes, que se convierten en mi influencia, y a partir de los cuales construyo mi propia opinión? Si la educación se funda en el replicar ideas, pensar a partir de lo que otros pensaron antes y se nos enseña como la base sobre la que entender el resto del mundo? Como no pensar en que nuestras construcciones culturales funcionen de una manera minimamente similar? Como mantener al remix demasiado lejos de esta postura?

En vistas de esto, comparto una obra no-original (aunque para mi reviste una absoluta originalidad), una de mis preferidas hace tiempo.

Se trata del proyecto “SinCita”. Este proyecto comenzó siendo un blog dedicado a recopilar fragmentos de textos que andan circulando por la web, tanto por blogs, foros, y demás, que son trasladados a espacios públicos en forma de carteles, donde son fotografiados, y luego estas imágenes vuelven a la web. Más tarde este proyecto paso a ser una web y un libro financiado via Crowfunding. El autor es Fabricio Caiazza, y define el objetivo de su proyecto de la siguiente manera:

“El objetivo de Sincita es tomar prestado formas y textos producidos para internet e instalarlos en el mundo físico, generando en esa operación, nuevos sentidos.”

Esta idea tiene amplias aristas de interés, pero la que me parece más importante es el aspecto relacionado al remix que se produce, no sobre obras culturales  (aunque de alguna manera si lo son) sino sobre expresiones espontáneas, diversas, que circulan en la web atadas a contextos específicos de sus autores, pero que a partir de esta nueva configuración se resignifican situándose en otros espacios y contextos totalmente dispares. Sin duda, el cambio de eje del sentido está presente y la obra se constituye en una innovación, totalmente nuevo y diferente a lo que lo originó en algún punto. No se si se trata de un uso justo, o una obra derivada, aunque quizás sea las dos, o algo totalmente diferente. Al fin y al cabo, quién es dueño de las palabras…

(Comparto algunas capturas, pero si pueden pasar por la web, es toda "SinDesperdicio")



 

¿Y dónde está el autor?



Clase 1 - “Arte y cultura en circulación: crear y compartir en tiempos digitales”


Desde hace un tiempo que el punto acerca del autor, la obra, los derechos sobre la misma y los derechos siempre en polémica de quienes la re-usan, aun sin su consentimiento, están siendo el punto de debate de acaloradas discusiones.

Así como nos encontramos con acorazados autores que se empeñan en proteger a capa y espada a sus “hijos culturales”, detrás del bastión infalible de la ley, argumentando la propiedad (como si las ideas tuvieran dueños acaso únicos, cómo si la idea de hoy no fuera un producto de ideas ajenas anteriores que engendraron su germen), al mismo tiempo los vemos luchar contra un caudal de desborde generado por las redes, el acceso masivo, y la apropiación irreverente de quienes toman el recurso, generando algo totalmente nuevo a partir de su influencia.

Sin embargo, junto a estas luchas, surgen corrientes que van por todo lo contrario, plataformas y  projectos que van por la reutilización de los materiales y la construcción colectiva. Open Source Cinema y Popcorn son ejemplos de esto. Apostando desde su fundamento a facilitar los recursos y las herramientas para que los productos sean móviles y maleables, reusables y colaborativos. Su núcleo esta puesto en el remix como base, destituyendo de esta manera la figura del autor tradicional.

En medio de estas posturas: los pro- derechos y los pro-autoría colectiva, aparecen productos que nos hacen por lo menos reflexionar acerca de esto por sus características. Es el caso del corto “Ni una sola palabra de amor”, dirigido por “el Niño” Rodriguez y creado a partir de una cinta de mensajes de una grabadora, comprada en algún mercado retro. De acuerdo a lo que trascendió, alguien habría vendido la grabadora, con la cinta de mensajes adentro, la que llego a manos de un desconocido que se inspiró en eso para realizar un montaje en el que le puso cara y expresión al sonido.



A continuación de su difusión y a causa del efecto viral que tomo, los reales protagonistas de la historia, fueron  estrellas por un rato. La prensa local se largó a la tarea de encontrarlos, y les dio su semana de fama, pasando de living en móvil, de noticiero de la noche en programa de la tarde.



Entonces aquí cabe preguntarse: quién sería el autor real de la historia? A priori podemos arriesgar: de la imagen quien la dirige; de las palabras quien las enuncia. Pero es tan simple? Acaso unas y otras podrían haber cobrado la misma trascendencia sin la otra? El video hubiera sido tan viral si no hubiera tenido el trasfondo que conocemos? La discusión cotidiana hubiera cobrado alguna relevancia de no ser llevada a la pantalla? El límite de propiedad acerca del objeto cultural bien podría ponerse en cuestionamiento, ya que si bien podría pensarse en el mismo como “cosa”, las ideas que lo fundan lo exceden, incluso el sonido que lo acompaña. La clave misma de su éxito es un elemento ajeno. Desde que lugar puede reclamarse la propiedad? El autor desde la mirada de Walter Benjamin, con su aura de superioridad y trascendencia, se queda lejos en esta situación en la que ninguna de las partes puede jactarse de la totalidad del mérito.

Para seguir con la rueda, que de por si ya genera por lo menos un minuto de reflexión, a partir de ese video, los usuarios tomaron la imagen y crearon nuevas versiones aplicando la expresión a diversas situaciones, reusando el material para un fin diferente. Esta vez no fue el audio, el que sirvió de base para la construcción, sino la imagen a partir de la cual, surgieron nuevas expresiones.



 El objeto se vuelve cultura en movimiento, ya no es algo estanco e inmóvil, sino que empieza a circular de pc en pc, de mano en mano, cobrando nuevos matices. La historia se repite, esta vez como comedia.